domingo, 14 de noviembre de 2010

DEL CULTO DE LOS LIBROS


   Otra vez en el ejercicio de esta vanidad de aprovecharme de unas líneas, en este caso de Jorge Luis Borges, en que se habla de aquel momento en que la tradición oral europea cedía su dominio a la palabra escrita:

                                              

   Cuenta san Agustín, en el libro VI de las Confesiones: "Cuando Ambrosio leía, pasaba la vista sobre las páginas penetrando su alma, en el sentido, sin proferir una palabra ni mover la lengua. Muchas veces- pues a nadie se le prohibía entrar, ni había costumbre de avisarle quién venía -, lo vimos leer calladamente y nunca de otro modo, y al cabo de un tiempo nos íbamos, conjeturando que aquel breve intervalo que se le concedía para reparar su espíritu, libre del tumulto de los negocios ajenos, no quería que se lo ocupasen en otra cosa, tal vez receloso de que un oyente, atento a las dificultades del texto, le pidiera la explicación de un pasaje oscuro o quisiera discutirlo con él, con lo que no pudiera leer tantos volúmenes como deseaba. Yo entiendo que leía de ese modo por conservar la voz, que se le tomaba con facilidad. En todo caso, cualquiera que fuese el propósito de tal hombre, ciertamente era bueno."

Otras inquisiciones.1952        Jorge Luis Borges

lunes, 4 de octubre de 2010

MURCIÉLAGO RUMBERO



 Por su pronunciación algodonada, los predicadores hicieron atractiva la maldad.
                                                                                Vicente Núñez



Canto al viento con la ventana cerrada
Fuera las hojas del naranjo que visita las horas              
Tiemblan mecidas por un siroco loco
Las plumas de la siesta vagan tristes
Han llovido aves de corral esta noche
Las últimas pavesas rojas de la tarde
Recuerdan aquél llanto sin dueño
Miro con luz de flauta la fuente
Cautiva de tus ojos                            eres un manantial perdido

Todo lo eterno es femenino, femenino infinito de indicativo...infinitivo 


Yo, mitad poeta, mitad perro, lamo estrellas vagabundas
No me interesan las coordenadas de las constelaciones

Pero sé que hay un orden rebelde
                          Un destino sin rumbo
                          Un futuro diseminado y libre
                          En este mundo donde las nubes
                          Cogidas con alfileres en un tablón
                          Amenazan tormenta 
                                                          
             Un desplome de plumas...
                                                                      
                    Con lágrimas de plomo


No me interesan las santas verdades de tu misa
Voy a tomarme un generoso sorbo de mercurio
Esta noche saldré a difundir quimeras por el aire
Y hacer un mosaico con alpiste de colores.
                                                               AL-JUARÍSMI                                                                                       


viernes, 1 de octubre de 2010

El Amor



Estaban al borde de un ribazo. Eran tres chopos jóvenes, el tronco fino, de un gris claro,erguido sobre el fondo pálido del cielo, y sus hojas blancas y verdes revolando en las ramas delgadas. El aire y la luz del paisaje realzaban aún más con su serena belleza la de aquellos tres árboles.
Yo iba con frecuencia a verlos. Me sentaba frente a ellos, cara al sol de mediodía, y mientras los contemplaba, poco a poco sentía cómo iba invadiéndome una especie de beatitud. Todo en derredor de ellos quedaba teñido, como si aquel paisaje fuera un pensamiento, de una tranquila hermosura clásica: la colina donde se erguían, la llanura que desde allí se divisaba, la hierba, el aire, la luz. 
Algún reloj, en la ciudad cercana, daba una hora. Todo era tan bello, en aquel silencio y soledad, que se me saltaban las lágrimas de admiración, de ternura. Mi efusión, concentrándose en torno a la clara silueta de los tres chopos, me llevaba hacia ellos, y como nadie aparecía por el campo, me acercaba confiado a su tronco y los abrazaba, para estrechar contra mi pecho un poco de su frescura y verde juventud.

                                                                  OCNOS  Luis Cernuda

viernes, 10 de septiembre de 2010

INSTINTO SELECTIVO de José Manuel Caballero Bonald


Acongojante falsedad de los recuerdos
que intempestivamente me visitan,
¿qué querrán, cómo habrán sobrevivido
durante tantos años,
hasta cuándo
desdeñarán mi turno de perplejo?

Son más bien como intrusos
que tratan de engañarme con historias
apócrifas, que fingen prevenirme
de las muchas disputas
que siempre han mantenido con mi felicidad.

También se profetiza lo que ya se ha vivido.


sábado, 14 de agosto de 2010

Insomnios, otra isla utópica.

                           
                             Arderá la oriflama podrida de los sueños
                             bajo la noche tenaz, vigilada por farolas decadentes,
                             estandarte optimista de la ilusión fingida;

                             Mientras la vida calla y duerme
                             arderá la materia incandescente, siempre,
                             sobre tu cuerpo incauto, y creerás que tus ojos, siguen abiertos...

                             El tiempo te pondrá un manto de sombras transparentes,
                             de señales perdidas en la memoria, de fantasmas,
                             un manto que no pese demasiado, una sabana blanca
                             de tímida pureza o ignorancia, de fuegos fatuos:

                             Algo rescataremos de esa maldita bruma incandescente
                             que sea voz, y memoria, de estos días...
                                    
                                               donde navega el mar, un velero de insomnios.




jueves, 5 de agosto de 2010

Louis Aragon Persona Pálida


                                Más mísero que las piedras
                               triste a más no poder
                               el hombre escuálido con el atril
                               hubiera querido aniquilarse.
                               Qué frío el viento penetra
                               en el lugar de las hojas muertas
                               cómo patear para ahuyentar el frío
                               con qué pie iniciar la semana.
                               Un silencio que nunca acaba
                               ni una palabra tierna para engañar al invierno
                               la sombra del alma del amigo
                               la escritura, tan sólo las señas.
                               Mi sangre daría una sola vuelta
                               los sonidos se perderían en el espacio
                               como dedos congelados.
                               Soy un patín abandonado en el hielo
                               traspasado por el amanecer.



miércoles, 28 de julio de 2010

Las Islas Wifi


¡ Cómo no ser dual, antes que fraile o cocinero !

El punto de partida es dual siempre, el fenómeno y su numen, la soledad sonora de la imagen evoca un mundo que pasó, pero puede retornar eternamente. Borges se inventa solo, en este fango iridiscente lleno de espejos que ahuyentan la duda del tiempo; mirando con su ceguera el orbe. Lo múltiple, entonces, impide la tiranía del ejemplo, de la barata muestra detallada de artículo vendible que tienen estas letras con estampa: iconocomentarios necronomicónicos isócronos, que parecen, como Jano, estar mirando en direcciones opuestas. Mejor ser dual, que ombligo en las Islas Wifi.

viernes, 16 de julio de 2010

El candelabro de los siete brazos.



Alef

     Cuando te veo, ¡oh corazón!, en medio de la gente, entre mujeres desfloradas y
amigos maduros, siento una lacrimosa ternura.
     ¡Oh corazón! Tú eres también entre ellos como una mujer desflorada y tú también
has perdido la blancura de tus mejillas y la pureza de tu juventud.
     Tú también tienes hoy una cara borrosa y un cuerpo fatigado; y entre los hombres
maduros reposas, ávido de paz.



Rafael Cansinos Assens

martes, 6 de julio de 2010

La demanda de ayuda colapsa los servicios sociales...

Parece ser que han aumentado los casos, y las peticiones por parte de los enfermos, son más complejas. No se sabe aún hasta qué punto están enfermos los enfermos, o si es una impostura, una argucia psicológica para distraer la atención de la Administración de Sanidad y colar de rondón en el despacho de la Señora Ministra, una reproducción de la Virgen del Rocío, conteniendo un kilo de amonal, sin mayúscula, pero con un peligro evidente de luctuoso suceso religioso y sangriento.  La mayonesa Musa, por otro lado, está contribuyendo silenciosamente a intoxicar a más de la mitad de la población, a cambio de unas participaciones en Bonos del Estado; ya se dan más citas para dentro de más de tres meses, o dicho de manera menos desesperada, para después del Verano; con mayúscula, para destacar los despliegues más sensuales de Venus, sobre todas las cosas, incluida la Economía: dos grandes valores de la sociedad en general.Estas cosas no pasan en Pekín, a pesar de la inmediatez de los mensajes, y la libertad de expresión,en Pekín suelen suceder enormes eventos consuetudinarios sobre el venerable pavimento de las avenidas y las plazas universales, donde la paloma deposita su herencia de rata voladora, en forma de granado chorrete en las charreteras de Mao-se-Tung, o Mao, a secas. 
 
 
La gente prefiere vivir castigada a ir al médico. Las plantillas laborales de los hospitales están engordando a marchas forzadas; ante la demanda exagerada de peticiones de casos extremos, están reforzando sus unidades, con ingestas inmoderadas de patatas fritas: los responsables políticos se preocupan sobremanera de tener las uñas muy limpias, mientras envían a sus hijos a estudiar en Bruselas alguna carrera de muy buen provecho.Nadie se quiere morir, y así llegará un momento en que no podrá irse a ninguna parte, y los aviones serán reconvertidos en galerias de arte, o en hospitales, claro: en algún hospital más, donde emigrar de vez en cuando, para seguir comprobando, el inmejorable aspecto de nuestra muerte, Amén.

                                           Sabor de barrio by Gato Pérez on Grooveshark

jueves, 24 de junio de 2010

AL DESCONTENTO, de Giordano Bruno



              
                                            Si el cínico diente te traspasa
                                            quéjate de ti mismo, bárbaro perro,
                                            que en vano me muestras tu bastón y tu espada
                                            si no te guardas de causar mi despecho.
                    
                                            Puesto que por camino equivocado
                                            viniste a mi directamente
                                            por eso tu piel desgarro y hago trizas.
                                            Y si después ocurre que mi cuerpo cae a tierra
                                            tu vituperio resta en diamante escrito.
                                                    
                                            No vayas desnudo a robar la miel a las abejas.
                                          
                                            No muerdas sin saber si es piedra o pan.
                                            No vayas descalzo a sembrar espinas.
                                            No desprecies, mosca, las telarañas.
                                            Si eres ratón, no sigas a las ranas.
                                            Huye de los zorros, sangre de gallina.
                                                    
                                            Y cree al Evangelio,
                                            que dice con buen celo:
                                            en nuestro campo cosecha penitencia
                                            quien en él lanzó semilla de errores.

                                                               La cena de las cenizas / Giordano Bruno



                                                    

martes, 11 de mayo de 2010

EL COCO, un cuento de Dino Buzzati







El ingeniero Roberto Paudi, director adjunto de la COMPRAX y asesor urbanístico, montó en cólera una noche al sorprender a la niñera Ester que, para calmar la perra del pequeño Franco, le decía:
-Mira que, como no te portes bien, esta noche viene el Coco. Según él, era intolerable que para educar a los niños se siguiera recurriendo a necias supersticiones que podían crear en la psique inmadura obsesiones lamentables. Le echó un sermón a la muchacha, que se fue llorando, y acostó  él mismo al chico, que en seguida se calmó.

Esa misma noche el Coco, levitando en el aire como tenía por costumbre, se presentó en la habitación donde el ingeniero Paudi dormía solo, causándole unos minutos de desasosiego. Como es sabido, el Coco adoptaba formas diversas según los países y las costumbres locales. En aquella ciudad tomaba, desde tiempo inmemorial, los rasgos de un gigantesco animal de color negruzco, cuya silueta andaba entre el hipopótamo y el tapir. Horrible a primera vista. Pero no bien se observaba con ojos imparciales, se percibía una expresión ni mucho menos malvada, por el pliegue indulgente de la boca y el centelleo casi afectuoso de las pupilas, minúsculas en proporción.
Por supuesto que, en circunstancias de cierta gravedad, sabía infundir miedo e incluso terror. Pero de ordinario llevaba a cabo sus cometidos con discreción. Acercándose a la camita del niño que hubiera de reprender, ni siquiera lo despertaba, se limitaba a penetrar en sus sueños dejando en ellos, eso sí, una huella imperecedera. De hecho, es bien sabido que hasta los sueños de los niños más pequeños tienen una capacidad ilimitada y acogen sin problemas incluso bestiones mastodónticos como el Coco, que pueden llevar a cabo cuantas maniobras requiera la ocasión con total libertad.

Naturalmente, cuando se le aparecía al ingeniero Paudi, aquella remota criatura no mostraba un semblante demasiado afable, adoptando incluso la fisonomía, agigantada por supuesto, del profesor Gallurio, nombrado hacía dos meses interventor extraordinario de la COMPRAX, sociedad que estaba navegando en aguas procelosas. Y este profesor Gallurio, hombre severísimo si no directamente intratable, era precisamente la bestia negra de Paudi, cuya eminente posición podía correr riesgos considerables con la empresa intervenida.
Paudi, despertándose en un sudario de frío sudor, tuvo tiempo de percatarse de cómo el visitante se largaba a través de la pared (por la ventana no hubiera cabido semejante mole), mostrándole la monumental cúpula de sus posaderas. A la mañana siguiente Paudi se cuidó mucho de disculparse con la pobre Ester. Haber comprobado personalmente que el Coco existía de verdad aumentaba si cabe, además de su desdén, la firme determinación de hacer todo lo posible para quitarse de en medio a aquel tipo.
En los dias siguientes, en tono de broma como es natural, anduvo tanteando el terreno con su mujer, sus amigos y sus colaboradores. Y se quedó asombrado al enterarse de que la existencia del Coco solía aceptarse por lo general como un fenómeno normal de la naturaleza, igual que la lluvia, los terremotos, o el arco iris. Sólo el doctor Gemonio, del departamento jurídico, pareció haberse caído del guindo: sí, de pequeño había oido hablar vagamente de esa cosa, pero después había llegado al convencimiento de que era un cuento tosco sin fundamento.
Como si intuyese su hosca aversión, a partir de entonces el Coco comenzó a visitar con notable asiduidad al ingeniero, siempre con la desagradable máscara del profesor Gallurio, haciéndole muecas, tirándole de los pies, sacudiéndole la cama, una noche llegó incluso al extremo de ponérsele en cuclillas sobre el pecho y por poco lo ahoga.
Así que no tiene nada de sorprendente que Paudi, en la siguente reunión del Consejo Municipal, hablara de él a un colega: ¿ se podía consentir, en una metrópoli orgullosa de estar a la vanguardia, que se perpetuara una indecencia semejante, digna de la Edad Media ? ¿ No había llegado el momento de tomar   medidas de una vez, con métodos resolutivos ? Primero fueron fugaces pourparlers de pasillo, un informal intercambio de puntos de vista. Muy pronto, el prestigio de que gozaba el ingenierio Paudi les dió pábulo. No habían pasado dos meses cuando el problema se llevó al Consejo Municipal. Ni que decir tiene que, por no hacer el ridículo, en el orden del día no se mencionaba una palabra sobre el Coco, excepto en el apartado 5, donde se aludía a "Un deplorable factor que alteraba la calma nocturna de la ciudad".
Contrariamente a lo que Paudi esperaba, no sólo todo el mundo se tomó el tema en serio sino que su tesis, por obvia que pudiera parecer, topó con una viva oposición. Se alzaron voces defendiendo tan pintoresca cuanto inofensiva tradición perdida en la noche de los tiempos, subrayando la total inocuidad del monstruo nocturno, por lo demás del todo silencioso, y resaltando los beneficios educativos de su presencia. Hubo quien habló incluso de un " atentado al patrimonio cultural de la ciudad " en caso de recurrirse a medidas represivas; y el orador recibió una salva de aplausos.
Por otro lado, en cuanto al debate de fondo, al final prevalecieron los argumentos irresistibles de quienes demasiado a menudo recurren al así llamado progreso para desmantelar los últimos baluartes del misterio. Se acusó al Coco de dejar una malsana impronta en las almas infantiles, de suscitar a veces pesadillas contrarias a los principios de la correcta pedagogía. Se pusieron sobre el tapete incluso motivos de higiene: sí, es cierto, el mastodonte nocturno no ensuciaba la ciudad ni esparcía excrementos de ningún tipo, pero ¿ quién podía garantizar que no fuera portador de gérmenes o virus? Tampoco se sabía nada sobre su credo político: ¿Cómo descartar que sus incitaciones, en apariencia elementales cuando no zafias, no ocultaran insidias subversivas?

El debate, al que no se habían admitido periodistas dada la delicadeza del tema, terminó pasadas las dos de la madrugada. La propuesta de Paudi fue aprobada por una exigua mayoría de cinco votos. En cuanto a a su aplicación práctica, se nombró la pertinente comisión de expertos, cuyo presidente era el propio Paudi. Ahora bien, una cosa era proclamar el ostracismo del Coco y otra lograr eliminarlo. Estaba claro que no se podía depositar la confianza en la disciplina de los ciudadanos, menos aún cuando se dudaba de que fueran capaces de entender su lengua. Ni se podía pensar en capturarlo y llevarlo al zoo municipal: ¿qué jaula hubiera retenido a un animal, si es que era animal, capaz de volar atravesando las paredes? También hubo que descartar el veneno: nunca se había visto al Coco en el acto de comer o beber. ¿ El lanzallamas entonces? ¿Una pequeña bomba de napalm? El riesgo para aquella pequeña ciudad era excesivo. En suma, la solución,
si no imposible, se presentaba bastante problemática. Cuando Paudi ya creía que se le iba de las manos su anhelada victoria, le asaltó una duda: cierto que se desconocían la composición química y la estructura física del Coco pero, como sucede con muchas criaturas inscritas en el censo de las leyendas, ¿ acaso no podía ser mucho más débil y vulnerable de cuanto pudiera suponerse? Quién sabe, quizá bastara con una simple bala en el punto justo y se habría hecho justicia.
Las fuerzas de seguridad, tras la deliberación del consejo Municipal refrendada por el alcalde, no podían sino colaborar. Se instituyó una patrulla especial dentro de la Brigada Móvil, dotada de veloces vehículos comunicados por radio. El asunto fue sencillo. Sólo hubo una circunstancia extraña: cierta renuencia por parte de los suboficiales y agentes a participar en la batida; ¿era miedo?, ¿era el temor oscuro de cruzar una puerta prohibida?, ¿o era simplemente un nostálgico apego a ciertos recuerdos inquietantes de la infancia?
 El encuentro ocurrió una fría noche de luna llena. La patrulla, apostada en un rincón oscuro de la plaza del Cinquecento, avistó al vagabundo planeando plácidamente a unos treinta metros de altura, como un irresponsable jovenzuelo. Los agentes, apuntando con las metralletas, avanzaron. Alrededor, ni un alma. el breve crepitar de las ráfagas restalló, de eco en eco, en la lejanía. Fué una escena estrambótica. El Coco giró lentamente sobre sí mismo sin un estremecimiento y, con las patas en alto, fue bajando hasta posarse en la nieve. Allí quedó tendido boca arriba, inmóvil para siempre. La luz de la luna se reflejaba sobre el vientre enorme y tenso, brillante como gutapercha. "Una cosa que preferiría no volver a ver otra vez", dijo el cabo Onofrio Cottafavi. Increíblemente,  bajo la víctima se extendió una mancha de sangre, negra a la luz de la luna.
Inmediatamente se llamó por teléfono a los del vertedero para la retirada de los despojos. No llegaron a tiempo. En unos cuantos minutos el gigantesco individuo se encogió a ojos vistas, igual que los globos pinchados, se redujo a una pobre larva, se convirtió en un gusanito negro sobre el blanco de la nieve, hasta que también el gusanito desapareció, disolviéndose en la nada. Sólo quedó la infame mancha de sangre que antes del alba las mangueras de los barrenderos habían borrado.


Se dijo que en el cielo, mientras la criatura moría, resplandeció no una luna sino dos.
Se contó que aves nocturnas y perros no dejaron de proferir lamentos por toda la ciudad.
Corrió la voz de que muchas mujeres, viejos y niños, despertados por una oscura llamada, salieron de las casas, arrodillándose y rezando por el infeliz. Nada de esto está probado históricamente.
De hecho, la luna prosiguió sin dar tumbos su viaje marcado por la astronomía, las horas se sucedieron con regularidad una tras otra y todos los niños del mundo siguieron durmiendo plácidamente, sin imaginar que su ridículo amigo-enemigo se había ido para siempre.
Era mucho más delicado y tierno de cuanto se pudiera creer. Estaba hecho de esa materia impalpable que vulgarmente llamamos fábula o ilusión y que es verdad.
Galopa, huye, galopa, superviviente fantasía. Ávido por exterminarte, el mundo civilizado no ceja en su acoso, nunca jamás te dará tregua.


jueves, 6 de mayo de 2010

Fabliau del encuentro.




Y abriría la puerta y tú estarías allí,
como el árbol, sin saberlo.
Y diría palabras que no son mármol,
ni tampoco melancolía.
Y de ti quedaría, como en el vaso,
el olor de la rosa,
sus pestañas profundas de belleza abisal
como las esmeraldas,
el fulgor de lejanas estrellas que como agua
relumbran y seducen.
Dicen que no puede ser más, vibrar de palmas,
ojos, susurrar de yerba,
pero basta un dardo, no hay defensa,
lo demás es solo saber
que tú puedes llamas y sol y cáliz de pétalos
en el calor de la noche.
Toma en tu casco toda la luna que puedas,
hasta el beso,y oscurece, oscurece tu lenguaje.
Y de ti quedaría, como en el vaso, no las
palabras, sino el olor de la rosa.

Luis Antonio de Villena

martes, 4 de mayo de 2010

Noema de búho




Cierro la puerta
Abro tranquilo
La casa viva que arde en mi ser
Mi ser autónomo que necesita
Sociales átomos de energía humana

Es marrana condición comer aparte
Por muy seductor que aparezca
El restaurante 
Dejo de hablar
No tengo hambre
Me hablan las truchas
Cuentan noticias
De un verano aún más bello que el anterior

Tengo el alma pixelizada
Con cromos que huelen a alcanfor
Asistí a la existencia de una boda
En que un búho era invitado de honor

Por eso digo que escampa la mentira
Quedando ya pulido el pavimento verdadero
En que habrá de llorar alguna vez bastante
Este cielo azul rampante en que soñamos
Olvidando quizá sólo alguna tilde
Que ya corregirá el ordenador

Quiero comprar la más pequeña cafetera del mundo
Para beberlo con mi colección de canarios cantores
Comprarla pagándole con besos a una chinita
Deliciosa y tímida chinita de un metro y sesenta centímetros
Y medio y copa y vino y blanco y fideos y pelos y fideuás y pelucas
Toda esa mole barata de ingentes tragaldabas está en el supermercado
Comprando ambientador para lechos nupciales con olor a macho cabrío

Horror seminal en el supermercado
Prefiero huir a Madagascar
Convertirme en lémur o en un Lope de Vega

Quedaría por fin inaugurada la porno-poesía
Sería el fin por fin de la poesía realista de imágenes votivas
Agotando irremisiblemente un río de pelo blanco y huesos carcomidos

No sabiendo qué es peor no se puede hacer poesía, me retiro de la letra
Ya este verso afrancesado se prolonga en cada línea agotador.

sábado, 1 de mayo de 2010

SENESCO, SED AMO



Amor mío, los árboles son falos que recuerdan al cielo lo que fui,
y todos los hombres son monumentos de mi ruina.
De que sirve llorar, en este crepúsculo en que el amor empieza

si estás tú frente a mí, como lo que un dia
fuiste: presagio de mi mismo, no de mi destrucción, última rosa
para levantar la tumba,
para ponerla en pie como árbol
que contará de nuevo los cielos
mi vida, mi historia que el ocaso vuelve perdida, como
embalaje en manos de extraños
como excremento que a tus pies coloco o
abrumador relato fantástico: que yo era un perro
vagando donde no había vida,
lamiendo dia a dia la lápida que me sugiere
y ahora seré si quieres, fuego fatuo
que alumbre por las noches tu lectura, y ruido
de fantasmas para alejar el silencio, y canción
en la sombra, y mano
que no supo de otra, y hombre
buscándote en el laberinto, y allí gritando cerca
del monstruo tu nombre, e imaginando tus ojos.

Leopoldo María Panero

Agujero llamado Nevermore

jueves, 22 de abril de 2010

Breviario de nuevas tecnologías

Tecnología del ojo derecho: heredera de la antigüa tecnología de la mirada larga. Frente a un papel en blanco, fracasa, por unidimensional; pero, frente al infinito mar, enredado y virtual, en el que nos ha tocado vivir, simplifica la visión al máximo, y reduce, drásticamente, el márgen de error.

Algunos teóricos piensan que esta simplificación es un atraso, porque no contiene aparato crítico. No les falta razón.





Tecnología de la huella digital terrestre: heredera de la eterna manía de la humanidad, de señalar, deícticamente, el milagro, hallá donde se manifieste. A veces, ese ansia de milagro, le lleva a la criatura humanidad, a perder el norte completamente.                                                                                                                           Sigamos por el momento, confiando en el pulgar pantocrator, y el ratón, a los que por cierto, no hay que sacar punta.


Tecnología de la taxonomía diferida: sin esta última tecnología, la primera no tiene sentido. La enunciaron teoricamente, entre otros, los empiristas ingleses, amigos del molde para el plum cake.
Pero es muy útil, y sufre pocos cambios durante largas temporadas históricas. Por si fuera poco, cada equis genera óvulos fértiles en la inteligencia humana.

Es mejor fiarse a la tecnología cerebral central del cada cual, que es la que rige para todo, y por supuesto, al ordenador personal, y sus enormes capacidades de transferencia universal.


El papel, y el lápiz; con esa gran olvidada, que es la goma, han entrado en coma.


jueves, 8 de abril de 2010

Y acaso un reducto de soledad...

Menos mal que existen, entonces, la palabra parece que recobra el silencio que la distingue de las otras.

Cogito ergo sum...pero,¿ donde está el sum?, mucho cogito pero pocas nueces al final.

Y la fenomenología...yo soy un lego pero me gusta, la lectura de Ser y Tiempo me está dejando ese sabor de las cosas antiguas, el sabor de un buen café cualquiera de bar, por esa manera que tiene Heidegger de ponerlo todo patas arriba, desde la antropología, a la psicología.

Que los nuevos impulsos deban brotar de la problemática ontológica. Y sobre todo, el ser del sum, la maravilla de su indisoluble unidad frente a la infinitud de las formas en que se manifiesta.

Obra de Jean Dubuffet



Fructíferos reductos.
                                         The Search by Bob Berg on Grooveshark



martes, 23 de marzo de 2010

Kant nunca salió de Königsberg II

    Me intimida el anonimato de los demás, le agradezco su ímpetu en comunicarme la brevedad de la vida, y le dedico, como insigne visitante de este blog insignificante, un pensamiento de Martin Heidegger, que vale más que mil relojes.
   <... Kant acepta dogmáticamente la posición de Descartes, no obstante los esenciales perfeccionamientos a que la somete. Pero, además, su análisis del tiempo, pese a haber retrotraido este fenómeno al sujeto, queda orientado por la comprensión vulgar y tradicional del tiempo, lo que, en definitiva, le impide a Kant desentrañar el fenómeno de una "determinación trascendental del tiempo" en su estructura y función propias. Por efecto de esta doble influencia de la tradición, la conexión decisiva entre el tiempo y el "yo pienso" queda envuelta en una total oscuridad y ni siquiera llega a ser problema para Kant.>

Atalayas.

domingo, 21 de marzo de 2010

Kant nunca salió de Königsberg I


y sin embargo, procuró una visión
nueva de la razón,
más crítica...una razón pura:
mucho prestigio el viaje
tiene, quizá por la pobreza unidimensional,
por el "olvido del ser"...
como si no contara el tiempo.

A Kant se le olvidó el tiempo,
porque él mismo era un reloj.


jueves, 25 de febrero de 2010

DESTIERRO, de Luis Cernuda



Ante las puertas bien cerradas,
Sobre un río de olvido, va la canción antigua.
Una luz lejos piensa
Como a través de un cielo.
Todos acaso duermen,
Mientras él lleva su destino a solas.

Fatiga de estar vivo, de estar muerto,
Con frío en vez de sangre,
Con frío que sonríe insinuando
Por las aceras apagadas.
Le abandona la noche y la aurora lo encuentra,
Tras sus huellas la sombra tenazmente.


viernes, 19 de febrero de 2010

DESENGAÑO DE LAS MUJERES

 


Puto es el hombre que de putas fía,
y puto el que sus gustos apetece;
puto es el estipendio que se ofrece
en pago de su puta compañía.

Puto es el gusto, y puta la alegría
que el rato putaril nos encarece;
y yo diré que es puto a quien parece
que no sois puta vos, señora mía.

Mas llámenme a mí puto enamorado,
si al cabo para puta no os dejare;
y como puto muera yo quemado

si de otras tales putas me pagare,
porque las putas graves son costosas,
y las putillas viles, afrentosas.



Francisco de Quevedo

jueves, 28 de enero de 2010

Takeuchi


ortofonía de la destrucción
emasculación informe
intemerata de seminaristas
parapeto de poemas
y la indestructible eternidad del tiempo
como contrapunto equívoco
o espejo
martillo contra espejo
recuperar la forma rota
la que perdió su lugar
y se convirtió en signo

viernes, 1 de enero de 2010

SIN TÍTULO


Cosas de Bruno Munari.



si yo he tenido algo
es la certidumbre de un temblor 
en tu cuerpo
mientras mirabas caer el cielo
sobre un desierto oscuro
mientras hablabas mirando
hacia otro lado
cual si estuvieras sola

normalmente no existo para nadie
y si me ven venir esperan lo peor
quizá porque no supe ver antes
a través de tus ojos, amiga,
la infinita variedad del mundo.

quiero estar solo entonces
enajenado en algo parecido a una voz
que clame en el desierto para pedir
la guerra de la verdad prohibida
contra el sagrado comité de la lógica

y celebrar la soledad ganada
contra la sórdida guadaña 
del tiempo
que se esconde en la entraña
de la idea.

y quiero ver pasar un verso
con la fuerza de un río
que deja las montañas
para adentrar su vena
por los valles de un poema

ya puede ser imagen o palabra
el formato es un medio
y el lenguaje, el mensaje,
míralos, inseparables,
pretenden confundirse a veces
pero el sol les proyecta un vacío
llamado sombra
una luz negra

que te hace temblar, amiga,
y a mí, contigo.

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